viernes, 26 de marzo de 2010

FORNELAS



Este verano hará diez años que no voy a Fornelas. Me parece mentira que haya pasado tanto tiempo. Siempre me encantaron mis vacaciones allí, en la pequeña aldea en la que nació mi madre.Me parece mentira, sí, porque los recuerdos están tan nítidos en mi memoria que se me antoja que el tiempo no pasa por ese espacio.
Me siento inmensamente privilegiada por haber tenido la oportunidad de disfrutar de esos veranos aldeanos. La pequeña casa con la terraza rodeada por la higuera, testigo de tantas lecturas, es uno de los escenarios más queridos de mi vida. Los desayunos en las frescas mañanas estivales con el rumor de los árboles, el silencio sólo profanado por el canto de los pájaros, o el ladrido de algún perro vecino. Siempre ha sido la mañana mi momento preferido del dia y esas horas tempranas en Fornelas, cuando era la primera en despertarme y en desayunar, cuando me apropiaba de las primeras luces del día envuelta en una manta y con mi café humeante en las manos, eran horas magicas, de sosiego, de reflexión, de comunión con la naturaleza que me rodeaba.
Ni siquiera tenía la necesidad de acompañarme de mis amados libros. Me quedaba ensimismada enn la contemplación del cielo, de la vegetación, de las huertas de los vecinos, del río cercano. Cuando las ramas de la higuera que la abrazaba crecieron lo suficiente, la terraza se convirtió en una atalaya privilegiada, favoreciendo la contemplación del paisaje y sin embargo dificultando la visión de la misma desde el exterior. La vieja higuera plantada por mi bisabuelo, cuyo tronco me gustaba abrazar, sentir, rugoso y áspero contra mis manos y mis mejillas.
Aunque no en aquellas horas matutinas, los libros me acompañaban también en aquellos veranos, como siempre en mi vida. Esa costumbre mía de leer a todas horas sorprendía mucho a las vecinas. Llegaban para charlar con mi madre y me veian leyendo sentada en los escalones de la entrada, o en un banco del patio, la terraza o el interior de la casa cuando el tiempo no acompañaba. "Siempre estudiando", me decían. "Esto no es estudiar, sino leer", matizaba yo . "Bueno, pues siempre leyendo, es lo mismo". "No, no lo es", replicaba yo sorprendida de que no supieran apreciar la diferencia. Aquellas personas sencillas que jamás habían leído un libro no concebian la idea de entregarse a la lectura por placer.
Tuve en Fornelas experiencias que no he vuelto a vivir en otro lugar. Vivencias íntimamente relaccionadas con la vida rural, con el estilo de vida de la gente que vive del campo. Recuerdo salidas tempranas con A. para llevar a las vacas a pastar al prado. El corral de P. y A., nuestros vecinos más cercanos, con sus gallinas y pollitos, y su pavo real. Tambien la porqueriza donde los temibles cerdos habitaban a oscuras, pobres bestias que tan sólo veían la luz del sol cuando P. habría la puerta para darles de comer. "Cuidado que son peligrosos", me decía si yo me asomaba demasiado, aterrada por las leyendas que aseguraban que eran tan feroces que en ocasiones habían deborado niños pequeños. Hubo tambien visitas a las cuadras donde nacían terneros y potrillos, y tardes en eras ajenas que recibían la visita de imponentes maquinas de segar, o de trillar, y que congregaban a todos los vecinos para echar una mano en lo que fuera. Las visitas dominicales a la Iglesia, cita social inexcusable en aquellos veranos, aunque el resto del año en nuestro hábitat habitual no pisáramos jamás un tempo.
A veces me entrego al ensueño de que reparo la casa, la equipo con las comodidades esenciales que le faltan y me quedo allí a vivir, yo sola. Tengo incluso pensado el lugar donde instalaría mi biblioteca, en el pequeño edificio anexo pero independiente de la casa que cierra el patio en el extremo opuesto. Es una construcción sólida de piedra y tejado de pizarra, con un balcón en el primer piso, donde creo que los libros se sentirían felices. Me imagino allí en invierno, rodeada de nieve, y paseando a la orilla del rio rumoroso en verano, bajo la bóveda natural que forman los árboles, o atravesando los campos de maíz. Es una vida de retiro y lectuas, quizá demasiado solitaria para soportarla, pero agradable de imaginar.
Pero supongo que esa casa y ese pueblo, aunque tan reales, acabarán por habitar tan sólo el lugar de los recuerdos, el territorio de la infancia y la primera juventud. No sé cuales serían mis sensaciones si volviera ahora. En esta madurez que ya tengo, mi papel variaría, de la alegre despreocupación de la hija de la dueña a las responsabilidades de anfitriona, y sé que mis vivencias allí no serian iguales. A los lugares donde fuimos felices tal vez no deberíamos querer volver.

10 comentarios:

  1. Me gustan tus dibujos. Soy el autor de esta imagen:

    http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Rio-C%C3%BAa.jpg

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  2. Hola, soy un vecino de Fornelas, mi nombre es Alberto, solo decirte que soy un enamorado de mi pueblo y que me encanto tu escrito y saber que esa tierra te trasmite esas sensaciones tan buenas y que no debes de dejar tanto tiempo sin volver a sentirlas. Ven a vernos que seguro que te recibiran con nuevas sensaciones. Un abrazo.

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  3. Hola Albertom, sé quien eres, porque no creo que en Fornelas hay muchos Albertos :-). Tú también me conoces aunque no sé si has deducido quien soy. Saludos para tí y tu familia.

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    1. Si te digo la verdad, no caigo quien eres. Y mira que mi cabeza esta repasando a todos los vecinos pero no caigo. Si quieres puedes entrar en el Faceboock de Fonelas que tengo muchas fotos del pueblo subidas y hay gente del pueblo, puede que te haga ilusión verlos. Un abrazo y porfi dime quien eres!!!!!!!

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    3. siiiii jajajaja ya se quien eres jajajja, la verdad es que hace mucho que no te veo. joooo tienes que escaparte y dejarte ver un besazo y que todo vaya bien.

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    4. Sabes q me encanto tu escrito sobre tus vivencias en Fornelas y me gustaría que me dieses permiso para ponerlo Facebook siempre como la vecina anonima y timida que sigues siendo, jajajaja un saludo y sigue escribiendo lo haces de maravilla. un Besote.

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    5. Por supuesto que puedes publicarlo,me haría mucha ilusión y no imagino sitio más apropiado.

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    6. ok muchas gracias lo pondre en fb de fornelas. muchos besitos chao y seguimos en contacto.

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  4. Mi querida Ilona, que palabras mas hermosas sobre tus recuerdos y ese lugar tan entrañable. Si no recuerdo mal, estuve en aquel lugar apenas veinticuatro horas. Con tu pequeño relato me has llevado allí de nuevo. Verdaderamente un lugar que te atrae y te atrapa hasta tal punto que lo recuerdas como un rinconcito al que te gustaría ir para refugiarte del mundo. Deseo que vuelvas a escribir sobre tus recuerdos ya que nos trasmites todas las vivencias y emociones como si nosotros mismos las hubiéramos vivido. Un fuerte abrazo.

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