El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
una ilusoria aurora.
¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
una ilusoria aurora.
¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.
Justo homenaje a las "cosas" que día a día forman parte de nuestras vidas y nos sirven y acompañan; testigos mudos de nuestras tristezas y alegrías, y también del tiempo que nos devora.
ResponderEliminar¿Quien podría afirmar que no tienen también su "alma"?
Un abrazo!
Efectivamente, Tabhita, yo me siento acompañada por mis cosas, mis libros, mis muñecas, mis cuadros...
EliminarQuerida Ilona
ResponderEliminarMe aferro tanto a mis cosas!!!....recuerdos de mi infancia ,de mis abuelos,de amigas de juventud,de mis hijos cuando eran pequeños...
Un Beso
Yo también soy fiel a mis cosas, aunque ya menos que antes, he aprendido a desprenderme de muchas de las que me acompañaban desde hace años, básicamente por mantener el orden y no sucumbir por acumulación de recuerdos. Pero me gusta sentirme acompañada por los objetos, que estoy segura de que tienen alma, que se impregnan de las vivencias de sus poseedores.
EliminarHola Ilona pasaba a desearte una Feliz Navidad
ResponderEliminarBesos