Aún no acababa de creérselo del todo, aunque el diagnóstico del médico no dejaba lugar a dudas. Era un viento huracanado que barría toda posibilidad de esperanza. Le estaba ocurriendo a ella. A ella. Pensó en todas las ocasiones en que había tenido noticias de personas conocidas víctimas de graves enfermedades, de accidentes mortales... cómo se había sentido incluso un poco feliz de que en la rueda de la fortuna de la vida la catástrofe les hubiera tocado a otros, a salvo porque en esos momentos los pobres elegidos habían sido los demás Lo reconfortante que era manifestar pesar, compasión y no saberse digno de ella.
Sabía que tenía que pensar en arreglar muchas cosas, en organizar la vida que quedaría cuando ella ya no estuviese. Si al menos los niños fueran un poco más mayores. Los niños...¿cómo iba a decírselo? ¿Qué momento elegiría para darles una explicación?
Decidió concederse unos minutos antes de salir del coche. Quizá, después de todo, esto no estuviera ocurriendo de verdad, seguro que si esperaba el tiempo suficiente al final despertaría y se daría cuenta de que todo había sido una pesadilla.
miércoles, 19 de mayo de 2010
PESADILLA
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