Le vió llegar montado en su bicicleta, como un centauro de la era moderna, todo músculos, metal y sudor. Cuando alcanzó la cima de la colina su silueta se dibujó contra el cielo borrascoso, y ella recordó otros cielos y otras tormentas, lluvia de lágrimas y truenos de palabras. Tormentas que se disolvían en besos y promesas esperanzadoras que nunca se cumplían. Ya no esperaba nada, ya una calma sin objetivo gobernaba una nave que naufragaba. Sin embargo, tenía la impresiónde que esa tarde llegarían a algún tipo de puerto. La había llamado para citarla y su voz sonaba a despedida. Cuando él llegó a su altura se miraron a los ojos, y ambos supieron que en realidad ya no hacía falta que ninguno dijera nada.
Qué chulo, ¿Es tuyo? Me recuerda a una cita que tube con uno que no aceptaba un no por respuesta, pero la de la bici era yo;p
ResponderEliminarEster