A partir de las vidas entrecruzadas de un puñado de personajes retratados con un grado de realismo que hipnotiza al lector, el relato gira en torno a una joven de nombre dickensiano, Purity «Pip» Tyler, que tras su paso por la universidad se afana en encarrilar su vida acorde con unos principios que considera irrenunciables.
Atrapada en una relación malsana con su madre, que nunca ha querido revelarle el nombre de su padre ni por qué se cambió el apellido antes de que ella naciese, Pip sobrevive con trabajos intrascendentes hasta que el encuentro fortuito con una mujer involucrada en el activismo antibelicista se traducirá en unas prácticas en el Sunlight Project, una organización radicada en Bolivia que se dedica a revelar secretos de personas, corporaciones y gobiernos.
El fundador y artífice del negocio es Andreas Wolf, un carismático agitador de la ex RDA reciclado durante el caótico período posterior a la caída del Muro de Berlín. El sospechoso interés de Andreas por Pip trastocará sus ideas convencionales sobre el bien y el mal, empujándola hacia un destino que no figuraba ni remotamente en su imaginación.
Acabo de leer "Pureza" de Jonathan Franzen, que compré en el momento de su publicación y que ha estado en la estantería desde 2015 junto a su hermana "Libertad". Fue el buen sabor de esa primera obra que leí de Franzen la que me animó a comprarla, pero tengo que decir que si bien aquella me entusiasmó, esta otra me ha decepcionado totalmente. Ya en 2011 se hablaba del autor como del artífice de la "Gran Novela Americana", título atribuible a no pocos escritores, y si bien no me pareció que
Libertad pudiera ser acreedora de tal honor, sí que me pareció una obra muy estimable, que el autor tenía un más que notable talento y me dejó con ganas de seguir leyéndole.
Sin embargo, esta segunda novela no me ha gustado igual. Me he encontrado en una historia mucho peor resuelta, con unos personajes incongruentes y unas situaciones muy forzadas que no sabía muy bien hacia dónde dirigirse. He tenido todo el tiempo la sensación de que Franzen había acometido una tarea que se le iba de las manos y con la que no sabía qué hacer. Creo que se le nota mucho la presión de estar a la altura de las expectativas. Creo que con la mitad de páginas hubiera sido una novela mejor.