Tras muchos años de abandono, la ruinosa mansión de Wildfell Hall es habitada de nuevo por una misteriosa mujer y su hijo de corta edad. La nueva inquilina –una viuda, al parecer –no tarda, con su carácter retraído y poco sociable, sus opiniones a menudo radicales y su extraña, triste belleza, en atraer las sospechas de la vecindad, y a la vez la rendida admiración de un joven e impetuoso agricultor. Pero la mujer tiene, en efecto, un pasado... más terrible y tortuoso si cabe de lo que la peor de las murmuraciones es capaz de adivinar. La inquilina de Wildfell Hall (1848), segunda y última novela de Anne Brontë, une al bello relato de un amor prohibido e invernal el retrato intensísimo del fracaso de un matrimonio degradado por el abuso y la violencia, descrito “con una predilección morbosa por lo grosero, cuando no brutal” que escandalizó y repugnó a sus contemporáneos. De hecho, todavía hoy, la dureza, audacia y auténtico rigor de esta novela siguen siendo igual de sorprendentes y desafiantes.
Recientemente he leído a la única hermana Brontë que me faltaba, Anne. He elegido de entre sus dos obras publicadas, la que más me llamaba la atención por su argumento. Lo he hecho después de releer "Cumbres Borrascosas" de su hermana Emily, que fue una de las primeras novelas adultas que leí en mi preadolescencia (13 ó 14 años) y una de las que más influyeron en mi pasión por la literatura. De "Cumbres..." debo decir que me acordaba de todo, pese a hacer por lo menos 35 años que no la leía y que me ha impresionado como la primera vez. Eso me ha llevado a querer volver a releer "Jane Eyre" y no aplazar más el encuentro con la menor de las hermanas.
Siempre pensé que el día que leyera a Anne, sería su "Agnes Grey", porque durante mucho tiempo pensé que era su único libro publicado. Pero en cuanto supe de "La inquilina de Wildfeld Hall" me interesó mucho más. Una vez leído, me ha parecido una autora muy diferente de sus hermanas. A mí personalmente me ha gustado menos esta novela que "Cumbres Borrascosas" o "Jane Eyre", pero desde luego hay que reconocer que es una obra muy valiente y sorprendentemente feminista. Anne aborda con crudeza el problema del alcoholismo inspirándose en su propio hermano, Branwell, y describe situaciones muy duras de una manera muy directa y poco habitual para la época en la que fue escrita. La protagonista, Helen Graham, es una mujer independiente, que trabaja para mantenerse a sí misma y a su hijo, y que no consiente que nadie dirija ni cuestione su manera de vivir y de educar a su hijo, sin evitar los enfrentamientos directos si hace falta. En la Inglaterra victoriana, esta personalidad femenina es muy sorprendente y casi desafiante, y lo más sobresaliente del libro junto a varias escenas muy explícitas de maltrato psicológico y que ponen de manifiesto la absoluta falta de derechos de las mujeres de la época.
Lo que menos me ha gustado, ha sido las continuas citas de la Biblia y el tono moralista que impregna todo el libro, incluso la valiente Helen es a ratos un poco insoportable de tan virtuosa. Y me pareció que el final contenía un exagerado gasto de energía y que podía haberse resuelto de manera más ágil.
Como digo, Anne me ha gustado menos que sus hermanas, pero la sentía bastante eclipsada por las otras dos, y se merecía una oportunidad. Es una lectura muy interesante y recomendable aunque para mí gusto no tenga la calidad de Charlotte o de Emily. Realmente, las tres Brontë son muy diferentes entre sí, pero todas merecen la pena.