domingo, 28 de noviembre de 2010

QUERIDA IRENE:

Esta noche he soñado contigo. Quiero pensar que has venido a visitarme desde ese lugar que tal vez habitas ahora. Estábamos en el sitio en el que siempre nos veíamos, nuestro centro de trabajo y era sábado, el día de nuestros desayunos juntas. Éramos tres tal como lo somos desde que tú no estás y llegabas de repente vestida de luz y de sonrisas. Te recibíamos alborozadas, te contábamos la broma que nos habían gastado, increiblemente nos habían hecho creer que habías muerto. Te reías, con tu risa espléndida, tu bella dentadura, tu voz cálida....¿Cómo puede ser? N0s habían contado que habías muerto...una y otra vez lo repetíamos, una y otra vez...

Recuerdo en medio de tanta felicidad haberte oido repetir dos frases que me dijiste en diferentes ocasiones: "Sólo espero de la vida que me mande personas de las que poder aprender" y "Cuando el alumno está preparado, el maestro aparece"

Supongo que no acepto tu muerte, de ahí el sueño. Pero a pesar de que no tengo fe en otra vida y no creo en la trascendencia, me gusta creer que me has hecho una visita. Recuerdo una conversación sobre la vida y la muerte, sobre la vida después de la muerte, en la que tú creías firmemente y yo no: "te tengo que convencer", me decías...¿Pretendias ayer darme una prueba de tu nueva forma de existencia?

En cualquier caso, me encantará que vuelvas.



sábado, 27 de noviembre de 2010

DES-ILUSIÓN

Veo a mi alrededor algo que me parece peligroso y triste: desilusión. Hablo de las personas que me rodean y con las que trato a menudo, y también de las que tengo referencia de manera indirecta. No creo que sea por la omnipresente crisis, o al menos no sólo por ella, yo hace tiempo que veo que la gente ha perdido la esperanza. Jueces que no creen en la justicia, profesores que transitan por un árido desierto de desinterés, trabajadores que van perdiendo todos los derechos laborales conseguidos en años de lucha y coraje...Tengo la sensación de que hoy en día el esfuerzo, el tesón la honradez, están penalizadas. Veo todos los días como los complacientes, los que escurren el bulto pero son capaces de promocionarse bien delante de las personas adecuadas son los recompensados. Me parece peligroso y triste, porque no se debe perder la capacidad de luchar, y la esperanza o la ilusión son idispensables para tomar impulso. Se nos dice que aunque todo vaya mal, la cosa podría ser mucho peor, y así no se mueve nadie "por si acaso". Pero yo quiero pensar aún que todo podría ser mucho mejor.

martes, 9 de noviembre de 2010

TULIPANES

Técnica: Lápices de colores sobre papel Canson.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

PLAYA GIRÓN, Silvio rodriguez


Cuando tenía poco más de veinte años, Silvio quiso ver mundo y llegar al Ártico. Pensó en embarcarse pero no encontró barco que le acercara a su destino. Decidió entonces hacerse a la mar en un pesquero que llegaría hasta las costas de África. Fueron esos meses de gran fecundidad para Silvio, que compondría en ese tiempo alguna de sus más bellas e importantes canciones. Dejo aquí el homenaje que tributó a aquellos trabajadores del mar, por supuesto, en forma de canción.




PLAYA GIRÓN


Compañeros poetas,
tomando en cuenta los últimos sucesos
en la poesía, quisiera preguntar
——me urge—,
¿qué tipo de adjetivos se deben usar
para hacer el poema de un barco
sin que se haga sentimental, fuera de la vanguardia
o evidente panfleto,
si debo usar palabras como
Flota Cubana de Pesca y
«Playa Girón»?
Compañeros de música,
tomando en cuenta esas politonales
y audaces canciones, quisiera preguntar
—me urge—,
¿qué tipo de armonía se debe usar
para hacer la canción de este barco
con hombres de poca niñez, hombres y solamente
hombres sobre cubierta,
hombres negros y rojos y azules,
los hombres que pueblan el «Playa Girón»?
                                                                                                                                        
Compañeros de historia,
tomando en cuenta lo implacable
que debe ser la verdad, quisiera preguntar
—me urge tanto—,
¿qué debiera decir, qué fronteras debo respetar?
Si alguien roba comida
y después da la vida, ¿qué hacer?
¿Hasta donde debemos practicar las verdades?
¿Hasta donde sabemos?
Que escriban, pues, la historia, su historia,
los hombres del «Playa Girón


lunes, 1 de noviembre de 2010

MIEDO A DESPERTAR


Le veo llegar por el pasillo de la terminal, avanzar hacia mí, y es igual pero distinto a como le imaginaba. Por supuesto, nos reconocemos, llevamos años viéndonos pero nunca nos habíamos mirado. Nos sumergimos uno en los ojos del otro; no hacen falta las palabras, durante demasiado tiempo son lo único que ha existido entre nosotros y en este momento no son ya necesarias.

Me abrazo a él, mi cara se hunde en su cuello, mis labios se posan en su garganta, justo en la base cálida de su mandíbula donde siento latir su sangre. Aspiro su aroma de hombre limpio y sano.

Por fin, por fin...

Permanecemos unos momentos así, unidos. Nos cuesta desligarnos de nuestro abrazo. Yo tengo miedo de soltarle y él empieza a hablar por primera vez. Al oir su voz, el miedo retrocede: es él, el mismo de cientos de conversaciones, de miles de palabras, de frases intercambiadas, de sentimientos, de ideas...
Le respondo y me sonríe. "Eres tú" me dice y la felicidad estalla y lo inunda todo. Sin embargo tengo miedo de la fugacidad de los instantes, del rápido transcurrir de este momento. Esa primera mirada, el abrazo en el que nos hemos fundido, forman ya parte del pasado.

Salimos cogidos de la mano. La suya es cálida y no demasiado grande y llena de sentido y da forma a mi propia mano.

En las horas que transcurren no podemos dejar de mirarnos y de tocarnos, no hay suficiente piel y nos comemos con los ojos y con las manos. También nos hablamos como si nunca nos hubiéramos dicho nada, nos recuperamos como los mejores amigos, recreando un universo que desde el primer día ha sido exclusivamente nuestro. Las charlas, las confidencias, las risas de años las repetimos poniéndoles cara, gestos,formas de mirar... Por primera vez veo cómo se rie.

De repente, un temor repentino me invade, un rayo de lucidez atraviesa mi conciencia y me dice que todo esto no es real y entonces sé, comprendo que estoy soñando y que despertaré y él volverá a estar donde siempre ha estado, lejos e inalcanzable. Y ya el miedo toma el lugar de la felicidad y ya los abrazos son diferentes, un intento de retenerle. Sé que cuando el sol penetre por las rendijas de mi ventana y me despierte, él se habrá ido. No quiero despertar (quédate conmigo). Me aferro a él que sé que es ajeno a mi angustia, aún abandonado a la felicidad de sabernos juntos.

Pero ya un resplandor dorado inunda poco a poco los límites de mi cuarto. La luz va ganando fuerza y empiezo a percibirla a través de mis párpados.

A medida que mi conciencia se va despertando, siento como se desvanece de entre mis brazos, como se disuelve como la niebla hasta desaparecer.