martes, 14 de agosto de 2012

CONSIDERACIONES FEBRILES

Tengo fiebre, algo inusual. Después de un fin de semana de sensaciones físicas extrañas, con menos energía de lo normal y dolores musculares generalizados, ayer se presentó de pronto, en forma de naúseas, dolor y calor en la cabeza, y una súbita pérdida de fuerza física, que no era cansancio,si no ausencia total de energía.

Me entregué a la inmobilidad, con esa libertad que da el no tener que hacer frente a responsabilidades laborales. Las domésticas quedaron postergadas, aunque había hecho planes para mi casa, como cada verano que descanso, planes de orden y limpieza. Quedó anulada la cita con la lámpara de cristal del salón, con las cortinas de toda la casa, con la vitrina de la cristalería. Me entregue a los cuidados de mi hija de trece años, contenta de ser responsable de mi bienestar por un día, de poder ejercer esa vocación de madre que tiene tan impresa en los genes y que no sabe disimular. Termómetro, paños fríos en la frente, vasos de agua, besos y mimos.

Empecé a pensar entonces en la enfermedad, en la dependencia, en la vejez. Tengo 46 años y me considero en el mejor momento de mi vida. Tengo aún mucha energía, capacidad de trabajo, pero tengo que reconocer que los años ya me están avisando de su paso. El aspecto fisico no es el mismo que a los 35, claro, pero donde más noto el envejecimiento es en los ojos, lo cual tratándose de una mujer que lee para vivir y vive para leer, es ciertamente duro. Soy ya incapaz de leer con las gafas que uso para todo lo demás. Normal, la presbicia propia de la edad, pero es una presbicia de 7 dioptrías. Me cuido, porque soy muy consciente del devenir de la vida, de que la juventud no dura eternamente y que algún día sere una anciana. Por eso, procuro estar activa tanto física como intelectualmente, cuidar mi cuerpo y mi mente, aunque sin obsesiones. Espero ser una anciana joven. Por eso, a veces pienso que tal vez debería dejar de leer para conservar mis ojos, pero lo cierto es que se que mientras pueda, no lo haré. Ya no soy capaz de leer por las noches, como hice durante años, y utilizar el ordenador cuando el día ya me ha cansado la visión es una tortura para mis ojos. Busco la luz brillante y bien orientada, y pienso que cuando sea vieja, seguiré leyendo con un atril y una lupa. No concibo mi vida sin los libros.

Hoy la fiebre me acompaña de nuevo, y en este estado no me es posible aprovechar la postración para leer, pero pensando en libros y en el fuego que me abrasa la cabeza, se me ocurrió ver una película que tiene que ver mucho con mi estado mental: "Farenheit 451" de François Truffaut, que suelo ver cada cierto tiempo.


A veces creo que me gusta ver esta película solamente para poder contemplar la bellísima biblioteca clandestina de la escena que adjunto (me ha sido imposible añadir el vídeo), aunque su destino sea tan triste. Tal vez visionar esta pelicula con casi 39 de fiebre hace que se perciba con más intensidad, porque me ha sobrecogido más que nunca. No creo que yo llegase a tal sacrificio por mis libros, pero entiendo perfectamente el amor inmenso que la dueña siente por ellos. Y como dice ella: "Quiero morir como he vivido", así que seguiré leyendo incluso cuando no pueda.




6 comentarios:

  1. Enas las vacaciones no debería existir, ni tan si quiera la posibilidad de ponerse enferma, ya lo siento, guapa, será cosa de pocos días y enseguida podrás seguir disfrutando sin paracetamol, sin dolor de cabeza, escalofríos y toda la parafernalia.
    Me preocupa mucho el tema que abordas, soy una firma defensaora de que hay que trabajar por una calidad de vida optima ya que si se hace de forma habitual con los años el cuerpo lo agradece y mucho, hay una gran diferencia entre las personas mayores que mantienen una actitud de salud, esto es cuidan, comen correctamente, ejercicio, actividades y aquellos que se adocenan y se dejan vencer por el proceso de envejecimiento, mi madre sin ir más lejos no quiere hacer ningún esfuerzo y ni te imaginas la caña que le doy, ella quiere justificarse diciendo que es una anciana y le digo, que no, que ella solita se quiere ancianizar, no dejaré de estimularla porque eso sería tanto como que yo aceptase su rendición y¡no!
    La presbicia la llevo bastante controlada, al tener u poco de miopía suele retrasarse más pero si lees con buena luz y la corrección adecuada no creo que sea perjudicial.
    Ponte buena pronto ¿si?
    Un beso.

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  2. Ésa es también una de mis películas favoritas. Desde pequeña, una de mis pesadillas más recurrentes ha sido que se quemaban mis libros, así que ya te figurarás como sufro al ver el final de El nombre de la Rosa y esa escena de Farenheit jeje. Y la verdad es que entiendo tus miedos. Aunque el cine y las muñecas son mis otras pasiones, la mayor de todas es leer, y no poder hacerlo sería una tortura. Espero que mejores pronto. Besitos!

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  3. Bueno, ayer fue el peor día, llegué a los 39´5, pero hoy parece haber remitido, al menos en lo que va de mañana, veremos a la tarde, en que siempre suele subir, pero al menos hoy me permite leer. Qué incapacitante es la fiebre...

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  4. Querida Ilona
    Espero que ya te hayas recuperado y puedas seguir disfrutando de tus vacaciones con limpieza general incluida, no creas que eres la única creo que es algo muy común entre las que trabajamos fuera
    Un Beso

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  5. Hola: siento leer que te encontrabas mal de salud. Espero que a día de hoy ya te hayas recuperado. La lectura es sagrada y aunque cada vez tus ojos se resientan más no podemos dejar de leer porque nos sirven para evadirnos y vivir otras vidas. Eso sí, puede reducir el tiempo disrio de lectura... Seguimos en contacto

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  6. Después de las fiebres, seguro que el cuerpo ya se ha purgado y vuelves con fuerzas renovadas. En épocas de estudios o trabajos muy estresantes, yo siempre añoraba tener un resfriado, una ligera gripe que, sin molestar mucho, me permitiera hacer un receso, un… párase el mundo que me bajo en la próxima. En fin, espero que te mejores y sea provechoso el receso, de momento ya lo ha sido, porque has hilvanado un texto precioso. Yo también tengo una película que veo (en DVD, claro), por lo menos, una vez al año, en francés y en castellano, ya sabes:

    “…Cortarte las alas quiero.
    ¿Por dónde mecharé el pavo?
    ¿Por la pechuga el rabo?…
    ¿Una en segunda? La espero.
    Fino voltea mi acero.
    Las cazoletas —din-don—
    doblan por ti… En el alón
    al finalizar te hiero…”

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